LA ERA DE LA LLAMA Y LOS CAMINOS

El Imperio Incaico, lejos de considerarse una cultura paradisíaca en donde reinaba la felicidad para todos: descripción idealizada por muchos peruanos(1), sí fue una basta organización que supo emplear de manera eficiente los recursos de su extenso territorio. Ello fue reconocido por los cronistas del siglo XVI, tal como lo señala Franklin Pease en uno de sus libros: “Los cronistas destacaron ciertamente la eficacia de esta administración, insistiendo muchas veces en que la misma había desterrado la pobreza, evitado la hambruna (…)”. Así, esto es sustentado, principalmente, por la justa redistribución de la “riqueza”(2), la abundante producción agraria, la construcción de un sistema de almacenamiento, y una gigantesca red caminera(3).

Entonces, la importancia de la redistribución de los bienes producidos, así como la complementariedad en la alimentación: para ello se tenían diversas “islas” de producción en diferentes pisos ecológicos, como sustento de la organización económica del imperio, lleva a resalta la importancia de los medios de transporte y las vías que se construyeron y/o emplearon para trasladar los bienes producidos. Cabe señalar, que el Imperio Incaico adoptó muchas costumbres y tecnologías que habían sido creadas por los ayllus que conquistaron y que conformaban el imperio en ese entonces.

El único medio de transporte, que más bien era un medio de carga porque solo transportaba los bienes producidos, era la llama. Este auquénido podía transportar un promedio de 45kg de carga. Ante la ausencia de la rueda, se tuvo que emplear grandes manadas de estos animales de carga. Además, se sabe que la gente común tenía que pedir permiso al gobierno para hacer uso de las vías(4).

Por otra parte, se tenía un complejo sistema de vías de transporte conformado por largos caminos y puentes de diverso tipo. En primer lugar, los caminos, que durante el imperio y previamente a él fueron vías importantes para la administración de la producción, se podían encontraban desde la región costa hasta la sierra, conformando así una extensa red de caminos. Además, se sabe que la mayoría de caminos de la sierra estaban empedrados, y que, inclusive se construyeron largas escaleras para sortear el relieve hostil. También, es preciso señalar la existencia de “tambos” que se podían encontrar a lo largo de los caminos, los cuales eran una suerte de alojamientos para los viajeros, algunos con corrales para las llamas, y que, a su vez, servían, como almacén. Las “qollqas”, que también se encontraban a lo largo de los caminos, servían de depósitos más especializados, que almacenaban grandes cantidades de provisiones y estaban ubicados estratégicamente en zonas altas y secas. Todo ello acorde al sistema de redistribución del imperio(5).

En segundo lugar, los puentes jugaron, que jugaron un rol importante en el sistema de vías, podían encontrarse de dos tipos. El primero constaba de 3 sogas de fibra de maguey o totora. Dos de las sogas servían de pasamanos y la otra, mas gruesa y ancha, servía de camino. El segundo estaba elaborado de dos sogas paralelas que conformaban la base. Estas se unían con ramas de lado a lada conformando así una especie de camino(6).

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(1)Cfr. Quintana (1995)
(2)La riqueza está referida en gran parte a la mano de obra: “energía humana”, y a los bienes producidos como maíz, papa, tejidos, entre otros; basándonos en la visión indígena de la reciprocidad.
(3)Cfr. Pease (1992)
(4)Cfr. Monografias.com (2010)
(5)Cfr. Pease (1992)
(6)Cfr. Pease (1992)